Los seres humanos por esencia compartimos con el otro todos los aspectos propios de la vida misma, coexistimos con el otro, solo que esa convivencia está enmarcada en una interacción pacífica y armónica de los grupos humanos en un mismo espacio. La interacción con otras personas es imprescindible para el bienestar y la salud, es una construcción a diario, un aporte de todos, una mirada a la diferencia y a la aceptación, una participación voluntaria pero consciente en la cual mis decisiones generan repercusiones en pro o en contra del bienestar colectivo.
Convivir con el otro y en medio de la diferencia de raza, condición social, cultural, de creencias, y otros matices que la enriquecen, abriga la germinación de dificultades, la superioridad del ser humano desde su intelectualidad implica aliviarlas para hacer de la misma coexistencia una razón de ser como ente social. Esta sin duda es parte de la tarea institucional, formar seres humanos, para los cuales la paz y la armonía sean parte importante del valor agregado como impronta de un trabajo colaborativo entre familia, colegio y sociedad.
Desde la perspectiva de formación, hemos dado una mirada al desarrollo de la inteligencia emocional para potenciar las habilidades sociales como herramientas de éxito tanto personal como colectivo y académico a través de la asertividad, la empatía, la solución asertiva de conflictos y la autoestima, pilares de un equilibrio emocional básicos al momento de poner a prueba nuestra capacidad para aceptar al otro tal como es y garantizar que el espacio compartido permita el crecimiento y desarrollo de todas nuestras potencialidades y habilidades con las cuales asumimos el reto diario de crecer.
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